Severí Vinyoles. Abogado Derecho.com.
En los últimos meses se ha levantado un fuerte revuelo en la red, con la proliferación de manifestaciones y pronunciamientos de consumidores, asociaciones de usuarios de software libre y sectores vinculados a la informática e internet, en relación a las patentes de software. No en vano, el pasado 7 de marzo, el Consejo de Ministros de Industria y Energía de la Unión Europea aprobó la famosa Directiva sobre patentes de software, que pretende armonizar las legislaciones de los Estados e implantar en toda Europa un sistema de patentes de software a imitación en algunos aspectos del sistema americano.
Desde su origen y hasta el momento, la protección que otorgan en Europa los Estados a un programa de ordenador o desarrollo informático se basaba fundamentalmente en el sistema de registros de propiedad intelectual. En el sistema de propiedad intelectual, se busca la protección del autor y su obra, de modo que se prohíbe el plagio, esto es, la copia del código fuente, no impidiéndose, sin embargo, que las ideas del programa registrado se desarrollen a través de la creación de un nuevo código. En una eventual reclamación judicial, es el autor intelectual, a quien el registro reconoce el derecho que ya tenía sobre la obra, el encargado de demostrar la vulneración de su derecho. No ocurre lo mismo en el sistema de patentes o de propiedad industrial, en el que el registro no reconoce un derecho anterior, sino que concede un derecho de patente investido de una protección jurídica superior. En un litigio, basta con aportar la patente para sustentar la reclamación. En este sentido, vulnerar una patente es mucho más fácil que cometer un plagio.
La Directiva sobre patentes ha sido duramente criticada desde sectores de empresas y consumidores. Según sus detractores, el nuevo sistema pone en peligro el desarrollo del software libre, ya que supone una mayor restricción a la creación libre. También alegan que se amenaza, con la Directiva, la competitividad de las empresas con menos recursos, que no podrán permitirse el lujo de patentar cada programa. Por último, también temen los más críticos que se haga un mal uso del sistema de patentes y se llegue a situaciones de patentes absurdas, como la de doble click.
Los partidarios de la Directiva europea, entre los que se cuentan grandes compañías como Microsoft o Nokia, argumentan que la implantación de un sistema de patentes de software en toda Europa favorecerá la competitividad, la investigación y la innovación, como ya ha pasado en otros sectores tecnológicos.
A pesar de la oposición generada, parece razonable pensar que el nuevo sistema de patentes terminará imponiéndose en Europa, ya que ésta parece ser la voluntad manifestada por la gran mayoría de gobiernos de la Unión. Por el momento, ha sido aprobado en Consejo de Ministros de la Unión Europea, pero queda pendiente una segunda lectura en el Parlamento Europeo, donde centran sus esperanzas los detractores del sistema de patentes. En cualquier caso, no está de más señalar que el sistema de patentes, como todo en la vida, no puede ser juzgado a la ligera. Depende de como se ponga en práctica, de como se concrete. Depende, en suma, de que no se permitan patentes como la del doble click.
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