Severí Vinyoles. Abogado Derecho.com.
Parece que algo se mueve en este país en relación a los fármacos. Tras seis meses de periplo parlamentario más o menos ajetreado, por fin se ha aprobado en el Congreso de los Diputados la denominada Ley de Garantías y Uso Racional de Medicamentos y Productos Sanitarios, la cual introducirá algunas novedades remarcables en la regulación sobre prescripción y dispensa de medicamentos.
Según el Ministerio de Sanidad, la nueva Ley del Medicamento busca garantizar el uso racional del medicamento, mayor seguridad y, en definitiva, también una reducción sustancial del gasto público en el sector. Según la titular del ministerio, Elena Salgado, se prevé un ahorro de 1.000 millones de euros en los próximos tres años.
En la nueva normativa, se plantea un nuevo modelo de financiación pública de la investigación biomédica, así como también la obligación de hacer públicos los resultados de todos los ensayos médicos.
Es importante señalar que, si bien durante la tramitación parlamentaria algunos grupos (PNV, ERC, BNG y IU) defendieron la enmienda según la cual el personal de enfermería podría prescribir medicamentos, al final dicha enmienda no ha contado con el apoyo de los grupos mayoritarios; en consecuencia, la prescripción médica seguirá reservada en exclusiva al personal médico.
Otra novedad digna de mención es la que hace referencia a la posibilidad de vender fármacos a través de internet. Se establece la prohibición de vender fármacos que precisen de receta a través de internet, pero se abre la puerta para la comercialización de los demás, según lo que establezca un desarrollo reglamentario posterior de la norma.
Resulta significativo que, como resultado de la falta de diálogo parlamentario, no se haya llegado a acuerdo en algunos puntos controvertidos, destinados, en definitiva, a ser regulados en un posterior desarrollo reglamentario. Hasta catorce reglamentos se han contado como necesarios para desarrollar esta ley en todos sus extremos. Sin embargo, no podemos dejar de señalar que el debate está vivo y que mueve efectivamente a los sectores implicados (médicos, farmacéuticos, empresarios, investigadores y enfermeros), lo que no puede ser nada más, a fin de cuentas, que un buen síntoma de salud democrática.
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